Francisco Igartua Rovira

Francisco Igartua Rovira
Francisco Igartua y Doris Gibson

Paco se negó a renunciar a su vocación aun luego del cierre de su semanario y su voz se dejo oír en su columna canta claro, de la que ofrecemos aquí algunos ejemplos representativos. Lo primero que llama la atención en estas páginas escritas para comentar su momento histórico es la vigencia que mantienen en el debate político actual. Temas como los métodos de la lucha contra el narcotráfico y sus consecuencias en el extranjero, las ventajas y defectos de la bicameralidad, la urgencia de abolir una constitución fabricada según las necesidades de un tirano, el compromiso político del comunicador, etc., forman parte de nuestras discusiones y dudas de hoy. En el articulo “Sin equidad no hay solución”, por ejemplo, Paco demanda atención a conflictos que, como lo ocurrido en Bagua, comprometen al Estado y exigen el dialogo antes que la represión. Fiel a sí mismo hasta el final y ya en su lecho de muerte, Paco envió con su hijo la ultima colaboración en esta columna: “Hay que remover el agua para enturbiarla”.

Francisco Igartua, Oiga y una pasión quijotesca. Ediciones Fauno, Pág. 274.

jueves, 10 de febrero de 2011

2001 - 2004

Comenzó mal y va siguiendo a peor

Tema nuestro del día es la regionalización, o sea la necesaria descentralización de competencias para que cada lugareño vele sus intereses, ya que lo hará mejor que el lejano "papá" gobierno. Para alcanzar este objetivo (romper ese sempiterno dominio de Lima), se abría la sensata posibilidad de iniciar de inmediato la transferencia a los municipios de los presupuestos estatales programados para obras de carácter comunal, además de otras decisiones comarcales. Mientras tanto, se iría planeando la integración de los departamentos en extensiones territoriales con intereses interconectados, las que conformarían unidades económicas viables.

Pero como la sensatez es virtud desconocida en este país, no se hizo así. Se cometió el gran disparate de hacer región a cada departamento e ir a elecciones sin tener lista la legislación correspondiente.... Y siendo el disparatar norma corriente en el Perú, al nuevo disparate se le ha añadido otro mayor: ahora resulta que la descentralización es imposible porque "papá" gobierno ha descubierto que los provincianos no son competentes para administrar en sus localidades los programas nacionales de salud, educación, agricultura.... y, por lo tanto, esas direcciones deben ser controladas desde el poder central, igual que las obras comarcales de infraestructura. ¡Tanto disparate para que, como en el Gato Pardo nada cambie!

2001

Hasta aquí leí. No quise, de miedo, averiguar más.

Habría que ser en extremo obcecado para negar que son ciertas las cifras que se están dando sobre una esperanzadora reactivación económica. Y hace bien el gobierno empecinándose en seguir el camino de la pruden­cia. Sin embargo, lo dicho no nos debe obligar a dejar de meditar en que hay algo más por hacer para evitar que los latinoamericanos tengamos que sonrojamos, como ocurrió en la reciente reunión iberoamericana, escuchan­do que la política económica a la que nos obligan el BM y el FMI produjo beneficios a muy pocos en la década de los 90 y, a la vez, aumentó con 58 millones más nuestros muertos de hambre.

Una reflexión que no nos debe llevar a la impruden­cia, pero tampoco a aceptar tan tenebroso hecho con ex­plicaciones fáciles, como la de la "corrupción" latinoame­ricana, ya que si de corrupciones se trata somos rateri­llos callejeros frente a las travesuras de algunas casas rea­les europeas y a los miles y miles de millones que "pres­tigiosísimas" empresas norteamericanas han robado con balances e informes falsos, sin que uno solo de esos la­drones de alto vuelo haya ido a la cárcel. Se ha sabido apenas de un suicidio, de un personaje seguramente edu­cado a una usanza ya en extinción.

Semejante meditación también nos debería invitar a repasar la historia y a recordar que la espléndida bo­nanza industrial del siglo XIX tenía fuerte sustento en algo que hoy se repite en relación a los salarios de los países pobres: "Serán muy bajos, pero si esa gente no acepta el trabajo no come".... A algunos nos aterra y a muchos los deja indiferentes la posible vuelta del "¡Arriba los pobres del mundo!", con sus apocalípticos resultados marxistas que, sin embargo, sirvieron para que Europa entendiera que la esplendidez económica no puede construirse sobre la miseria y el dolor de las multitudes.

Pero, en fin, éste es tema que sobrepasa nuestras preo­cupaciones cotidianas y es ignorado por la modernidad, sumergida en fórmulas frías de eficiencia, costo, beneficio, competitividad; fórmulas ajenas a vetustos criterios éticos y de solidaridad humana.

2001

La política en la bola de cristal

No caeré en la repetición de que las elecciones del domingo pasado comprobaron que el APRA es la única fuerza política con real estructura partidaria. Le faltan sí, como siempre ha sido, cuadros técnicos; hecho reconocido por Alan García al celebrar su victoria. Sin embargo, el APRA no tiene asegurada la elección de 2006, porque puede enredarse en la dispa­ratada regionalización departamental y porque no es imposible un frente con posiciones más sensatas.

Veamos por lo tanto lo que nos decía la bola de cristal antes de estas elecciones. No había que ser ma­go para leer el siguiente panorama a futuro: Se perfilaban tres candidatos para el cambio del 2006. El APRA con Alan García, la izquierda con Javier Diez Canseco y un centroderecha renovado (muy distinto a la derecha plutocrática de antaño) encabezada por Valentín Paniagua.

Hoy, pasado el acto electoral, la bola de cristal repite lo mismo, a pesar de las ciegas intentonas por destruir la tercera opción. No hay cómo evitar que Alan García sea el candidato del APRA; el segundo sigue siendo Javier Diez Canseco, si es que logra aglutinar a las izquierdas, que han sorprendido en estas elecciones y que pueden crecer mucho más en el ambien­te de violencia social que vivimos; el tercero en dis­puta y con muchas posibilidades de triunfo sigue siendo Valentín Paniagua, a pesar de la clamorosa inca­pacidad del comando de campaña de AP (rechazar a Jaime Salinas y a Rafael Belaunde no fue un error sino algo peor: una estupidez).

Contra este posible centroderecha ha reaccionado de inmediato el afinadísimo político que es García aplicándole a AP un golpe al plexo, al señalar la presencia destacadísima de Raúl Diez Canseco en el impopular gobierno posibilista. (Raúl Diez Canseco no ha renunciado a AP y no deja de lucirse en los homenajes a Fernando Belaunde). El otro golpe a un futuro frente de Somos Perú, AP, el PPC y diversas instituciones de trayectoria conservadora moderna, vie­ne de Rey, Barba y otros pescadores a río revuelto, que seguirán dedicados a descuartizar a Andrade, hombre clave de ese conglomerado social cristiano que saldría frente a la social democracia aprista y a la izquierda. Tres bloques ideológicos que le darían consistencia a la democracia peruana, siempre que haya entre ellos un trato de adversarios y no de enemigos irreconciliables, que es lo que hoy se da entre el gobierno y la oposición.

Claro que esta lectura de la bola de cristal puede variar si se insiste en varias candidaturas de centro. En este caso la victoria de García será segura, salvo que la izquierda logre aglutinarse bien y repita la hazaña de Lula en Brasil.

2001

Martin Rivas dictaba cursos universitarios

Sorprendentemente, en medio de los recuentos electorales, un notición sacó a las elecciones de las pantallas y de las primeras páginas de los diarios. El notición era la captura de Martin Rivas, el sicario más notorio del llamado grupo Colina, a quien la po­licía lo tenía ubicado desde tiempo atrás.

Tendré, pues, que robarle un espacio al tema po­lítico para volver a ocuparme (a sabiendas de que no seré escuchado) de los esbirros de Fujimori, milita­res sin autonomía alguna.

Martin Rivas debe decir por qué fue ascendido

Por lo pronto, si el interrogatorio a Martin Rivas se limita a presionarlo (colaboración eficaz) para que acuse a Fujimori y Montesinos de ser sus jefes, esa acu­sación será una declaración interesada, que tendrá valor indiciado, pero no probatorio. Para que haya probanza, bastará con preguntarle algo muy sencillo: ¿es cierto o no que Fujimori pidió, insistió y ordenó su ascenso en junio del 91?... No podrá negarse a responder porque la firma del ex presidente prófugo está estampada en esos tres documentos. Luego (sin caramelo de por medio) tendría que confesar qué hacía en las universidades a finales del 90 y principios del 91. Porque también hay documento sobre este punto. En la Hoja de Análisis del Ejército de entonces está escrito y firmado por el general Robledo, que el mandato presidencial de esos ascensos es en razón de los "trabajos especiales de inteligencia" realizados en las universidades del país. Enseguida, los jueces deben averiguar qué significa en términos castrenses "trabajos especiales" y qué había ocurrido en varios centros de estudios en el 90 y 91... Martin Rivas tendrá que probar qué cursos dictó o, de lo contrario, expli­car qué "trabajos especiales" realizó con estudiantes de la universidad de Huancayo y otros centros de estudio, efectuados antes de que Fujimori lo premiara a él, a sus jefes y a otros sicarios como él. De este modo serán vinculantes entre sí todos los crímenes de ese tenebroso régimen, comenzando por Huancayo, que es el que motiva el premio de junio de 1991.

Ojalá que estas comprobadas pistas no sean otra vez ninguneadas por procuradores, fiscales, jueces y medios. ¿Por qué se insiste en olvidar los crímenes de la Universidad del Centro y otros anteriores a La Cantuta?