Francisco Igartua Rovira

Francisco Igartua Rovira
Francisco Igartua y Doris Gibson

Paco se negó a renunciar a su vocación aun luego del cierre de su semanario y su voz se dejo oír en su columna canta claro, de la que ofrecemos aquí algunos ejemplos representativos. Lo primero que llama la atención en estas páginas escritas para comentar su momento histórico es la vigencia que mantienen en el debate político actual. Temas como los métodos de la lucha contra el narcotráfico y sus consecuencias en el extranjero, las ventajas y defectos de la bicameralidad, la urgencia de abolir una constitución fabricada según las necesidades de un tirano, el compromiso político del comunicador, etc., forman parte de nuestras discusiones y dudas de hoy. En el articulo “Sin equidad no hay solución”, por ejemplo, Paco demanda atención a conflictos que, como lo ocurrido en Bagua, comprometen al Estado y exigen el dialogo antes que la represión. Fiel a sí mismo hasta el final y ya en su lecho de muerte, Paco envió con su hijo la ultima colaboración en esta columna: “Hay que remover el agua para enturbiarla”.

Francisco Igartua, Oiga y una pasión quijotesca. Ediciones Fauno, Pág. 274.

jueves, 10 de febrero de 2011

2001

Martin Rivas dictaba cursos universitarios

Sorprendentemente, en medio de los recuentos electorales, un notición sacó a las elecciones de las pantallas y de las primeras páginas de los diarios. El notición era la captura de Martin Rivas, el sicario más notorio del llamado grupo Colina, a quien la po­licía lo tenía ubicado desde tiempo atrás.

Tendré, pues, que robarle un espacio al tema po­lítico para volver a ocuparme (a sabiendas de que no seré escuchado) de los esbirros de Fujimori, milita­res sin autonomía alguna.

Martin Rivas debe decir por qué fue ascendido

Por lo pronto, si el interrogatorio a Martin Rivas se limita a presionarlo (colaboración eficaz) para que acuse a Fujimori y Montesinos de ser sus jefes, esa acu­sación será una declaración interesada, que tendrá valor indiciado, pero no probatorio. Para que haya probanza, bastará con preguntarle algo muy sencillo: ¿es cierto o no que Fujimori pidió, insistió y ordenó su ascenso en junio del 91?... No podrá negarse a responder porque la firma del ex presidente prófugo está estampada en esos tres documentos. Luego (sin caramelo de por medio) tendría que confesar qué hacía en las universidades a finales del 90 y principios del 91. Porque también hay documento sobre este punto. En la Hoja de Análisis del Ejército de entonces está escrito y firmado por el general Robledo, que el mandato presidencial de esos ascensos es en razón de los "trabajos especiales de inteligencia" realizados en las universidades del país. Enseguida, los jueces deben averiguar qué significa en términos castrenses "trabajos especiales" y qué había ocurrido en varios centros de estudios en el 90 y 91... Martin Rivas tendrá que probar qué cursos dictó o, de lo contrario, expli­car qué "trabajos especiales" realizó con estudiantes de la universidad de Huancayo y otros centros de estudio, efectuados antes de que Fujimori lo premiara a él, a sus jefes y a otros sicarios como él. De este modo serán vinculantes entre sí todos los crímenes de ese tenebroso régimen, comenzando por Huancayo, que es el que motiva el premio de junio de 1991.

Ojalá que estas comprobadas pistas no sean otra vez ninguneadas por procuradores, fiscales, jueces y medios. ¿Por qué se insiste en olvidar los crímenes de la Universidad del Centro y otros anteriores a La Cantuta?