Francisco Igartua Rovira

Francisco Igartua Rovira
Francisco Igartua y Doris Gibson

Paco se negó a renunciar a su vocación aun luego del cierre de su semanario y su voz se dejo oír en su columna canta claro, de la que ofrecemos aquí algunos ejemplos representativos. Lo primero que llama la atención en estas páginas escritas para comentar su momento histórico es la vigencia que mantienen en el debate político actual. Temas como los métodos de la lucha contra el narcotráfico y sus consecuencias en el extranjero, las ventajas y defectos de la bicameralidad, la urgencia de abolir una constitución fabricada según las necesidades de un tirano, el compromiso político del comunicador, etc., forman parte de nuestras discusiones y dudas de hoy. En el articulo “Sin equidad no hay solución”, por ejemplo, Paco demanda atención a conflictos que, como lo ocurrido en Bagua, comprometen al Estado y exigen el dialogo antes que la represión. Fiel a sí mismo hasta el final y ya en su lecho de muerte, Paco envió con su hijo la ultima colaboración en esta columna: “Hay que remover el agua para enturbiarla”.

Francisco Igartua, Oiga y una pasión quijotesca. Ediciones Fauno, Pág. 274.

jueves, 10 de febrero de 2011

2001

La política en la bola de cristal

No caeré en la repetición de que las elecciones del domingo pasado comprobaron que el APRA es la única fuerza política con real estructura partidaria. Le faltan sí, como siempre ha sido, cuadros técnicos; hecho reconocido por Alan García al celebrar su victoria. Sin embargo, el APRA no tiene asegurada la elección de 2006, porque puede enredarse en la dispa­ratada regionalización departamental y porque no es imposible un frente con posiciones más sensatas.

Veamos por lo tanto lo que nos decía la bola de cristal antes de estas elecciones. No había que ser ma­go para leer el siguiente panorama a futuro: Se perfilaban tres candidatos para el cambio del 2006. El APRA con Alan García, la izquierda con Javier Diez Canseco y un centroderecha renovado (muy distinto a la derecha plutocrática de antaño) encabezada por Valentín Paniagua.

Hoy, pasado el acto electoral, la bola de cristal repite lo mismo, a pesar de las ciegas intentonas por destruir la tercera opción. No hay cómo evitar que Alan García sea el candidato del APRA; el segundo sigue siendo Javier Diez Canseco, si es que logra aglutinar a las izquierdas, que han sorprendido en estas elecciones y que pueden crecer mucho más en el ambien­te de violencia social que vivimos; el tercero en dis­puta y con muchas posibilidades de triunfo sigue siendo Valentín Paniagua, a pesar de la clamorosa inca­pacidad del comando de campaña de AP (rechazar a Jaime Salinas y a Rafael Belaunde no fue un error sino algo peor: una estupidez).

Contra este posible centroderecha ha reaccionado de inmediato el afinadísimo político que es García aplicándole a AP un golpe al plexo, al señalar la presencia destacadísima de Raúl Diez Canseco en el impopular gobierno posibilista. (Raúl Diez Canseco no ha renunciado a AP y no deja de lucirse en los homenajes a Fernando Belaunde). El otro golpe a un futuro frente de Somos Perú, AP, el PPC y diversas instituciones de trayectoria conservadora moderna, vie­ne de Rey, Barba y otros pescadores a río revuelto, que seguirán dedicados a descuartizar a Andrade, hombre clave de ese conglomerado social cristiano que saldría frente a la social democracia aprista y a la izquierda. Tres bloques ideológicos que le darían consistencia a la democracia peruana, siempre que haya entre ellos un trato de adversarios y no de enemigos irreconciliables, que es lo que hoy se da entre el gobierno y la oposición.

Claro que esta lectura de la bola de cristal puede variar si se insiste en varias candidaturas de centro. En este caso la victoria de García será segura, salvo que la izquierda logre aglutinarse bien y repita la hazaña de Lula en Brasil.